La Stella Escritora
Homenaje a un mocosa de 14 años
Hoy, 28 años después, vuelve a ser domingo 8 de Julio, y quiero hacerle un homenaje a esta mocosa de 14 años que escribía de un modo salvaje. Hago públicas mis disculpas con esta pendeja que dejé, sola y rabiosa, al costado del camino por buscar otras cosas.
Ahora, largos y movidos años después, soy una señora, y esta mocosa me sigue a todas partes con sus papelitos y sus lapiceras de colores, me despierta diciéndome frases, hilando palabras y buscando prender la luz para escribirlas.
Este post es mi honesto y sentido reconocimiento a esa parte mía, la Stella escritora, que hoy de nuevo pide su lugar, su momento… y será por el cansancio, la guardia baja o que es domingo y afuera llueve, que le doy paso, le doy mi aplauso, mi agradecimiento, y mi promesa de no volver a dejarla sola, nunca.
Ustedes son mis testigos, por favor, no permitan que lo olvide.
Hoy es el primer día de Mi Vida
“Hoy es el primer día de mi vida” es una de mis frases preferidas. Porque me recuerda la posibilidad magnífica de iniciar el mundo a cada paso, porque me recuerda que es mio este recurso enorme para el ejercicio de la libertad.
Lo que creemos que somos, lo que los otros dicen que somos, no nos determina; como nos determina el lugar o la historia de la que venimos, las cosas por las que hemos atravesado, el dolor que nos ha carcomido o las esperanzas que alguna vez abrazamos.
Año tras año escucho a mis pacientes contar sus historias, todas ellas distintas, múltiples, aún cuando los hechos o las circunstancias fueran muy parecidas, la diferencia la marca lo que cada uno de ellos hace con eso. Lo que piensan, lo que creen, lo que se atreven a desafiar de sus propios destinos.
Tantas veces nacemos desde la mas simple decisión,
y miramos el espejo, y le decimos bienvenido a ese otro que soy, y que desesperadamente me habita,
desde la niñez o desde el corazón de la imaginación.
Las Mariposas de Macondo
“Las Mariposas de Macondo migran,
de modo rítmico y sostenido, entre mis pacientes y yo,
a veces a la que se le ocurre algo inspirador es a mi,
a veces son mis pacientes los que me dejan sin habla,
de ellos emerge sin que lo noten una gota de inspiración suprema, y entonces, todo mi trabajo es mostrarles,
devolverles, lo que de ellos mismos ha venido.
Por eso, entre la escritora y la psicóloga hay un territorio apasionante, un espacio que no existe más que por un instante.
Yo escribo para atestiguar, de algún modo, esa sutileza de ala de mariposa.”
Recuperar mundos perdidos
Hay un mundo que perdimos … cuando elegimos callarnos, cuando desestimamos nuestra voz, cuando teníamos más información en el mismo lugar que nos dice la boca abierta del alma, esa es la garganta clara que llevamos dentro, y que se conoce también como intuición, como sexto sentido, como la voz de nuestro ser superior, como tantas otras formas fantasmas de nombrar lo que no tiene razones, ni argumentos, ni siquiera un nombre decente.
Volveremos a esos mundos, dependiendo de qué hay que hacer.
Son en verdad mundos enteros, con sus flores y sus faunas, con sus especies y especímenes, con sus mitos y sus historias, con sus océanos y vastedades, enteramente mundos de la vida creativa, de la imaginación, de la risa, mundos completos que hemos vivido, extinguido o quemado, bajo el fuego de los dragones externos que arrastran con su ácida voz, “es que así no es que queremos” es que así son no son parte de nosotros, es así que no son pertenencias, es que así son no son merecedora de nuestro amor, es que si te sientes fuera de lugar, … ”y tantas otras condiciones locales, capaces de expresar el alma y desanimar el vuelo.
Y renuncias, casi voluntariamente, a esos aspectos de nuestra vida, porque a los ojos, a los contextos, a los pagos, a los demás, a los idiomas, a los que se puede hablar, a todo el mundo, porque nos volvemos, por un momento, incomprensibles para nosotros mismos, Porque la sombra del destierro, del desamor, del desamparo, de la muerte social, de la vergüenza.
Conscientes e inconscientes en los exploradores, los buscadores, los medios de transformar lo que existe, los que imaginan y crean, los que ejecutan ideas, los que apagan el mundo y un día lo encienden con un código nuevo, borramos a los irreverentes ya los Desafía en la plena época de la libertad de los pueblos y las ideas, sigue estando prohibido ser uno mismo.
Y así, en un mundo donde hay tanto que aparentemente está permitido, eso mismo se goza de la prohibición de la mueca y el desagrado, tan desangrante como una guillotina en el centro del castillo medieval.
Recobrarte, volverte a traer de los infiernos, resucitar tus sueños de antaño, re nacerte y re parirte y re patriarte a tu propio territorio, es un trabajo arduo, pero Es Que El Alma No Vive Para Otra Cosa.
Veo cada día, caer mundos por el acantilado de los sueños frustrados, quebrados frente a la soledad y el dedo acusador.
Lo que veo también, con enorme admiración y alegría, en el consultorio y en los talleres que doy hace años, es como a veces,
un adulto vuelve a visitarse la infancia, y se encuentra con esos tesoros perdidos, con esos trajes de la inocencia y de la libertad, donde cabían todos los mundos, todos los nombres, todos los sentires, y recoge en sus brazos las risas resonantes, los gritos de piedra libre, las zancadas largas de sus piernas ágiles, y vuelve a su mundo de gente grande con la mirada tapada de juguetes, de ganas de jugarse la vida, vuelve con el impuso asesino de matar a todas sus excusas, y decidirse por fin a ser el marinero que navega sin rumbo, hasta la siguiente estrella. Vuelve con todos sus amiguitos, con esa desaforada pasión por jugar sin descanso, a merendarse a borbotones y con la boca manchada de chocolate, esas voces caducas y rancias que gritan “que de esa manera no se hace”, “que se quedaran solos”, “que nadie va a quererlos”, “que serán los últimos si lo hacen”…no los escuchan, salen corriendo, a vivir, lo que dure la tarde.
Una infancia feliz
Cada año, se acerca el día del padre y un montón de emociones y afectos se mueven y se remueven. Cada año hay quienes vuelven a revivir dolores viejos, a reeditar preguntas amarillas, los padres…el gran tema en el camino de la vida.
Años de escuchar en el consultorio Historias sobre padres ausentes, me motivaron a escribir un libro, y esta frase de Tom Robbins, condensa el espíritu con el que escribí “Siempre tengo padres”, refleja la intención mas profunda, el propósito mas claro.
Hoy quiero compartirles uno de los fragmentos que siento que más lo reflejan.
“Existe un mito, sobre el que me gustaría decir algo, es el mito de que las personas felices son aquellas que han tenido una infancia feliz. Yo no veo eso, la gente feliz que yo conozco y he podido ver en mis años de profesión, ha vivido infancias de todos los colores y texturas que se pueda imaginar, algunos han vivido infancias de cuentos de hadas y otros, muchos otros, han vivido infancias que a los ojos del mundo podrían resultar muy difíciles. Felicidad entendida como una vida serena y sin mayores tormentos.
Veo que muchos de ellos tienen apenas dos o tres recuerdos felices, y a través de ellos miran la vida, respiran la vida, sienten la vida. No niegan, ni desconocen , ni han olvidado, la crueldad con la que sus destinos los han arrinconado y mordido fieramente alguna vez, pero no viven ahí. No se han apostado en los cementerios de la memoria, viven en el camino, en lo que está vivo. Ven que han sobrevivido y se alegran por eso. Son agradecidos, muy agradecidos.
Plantan su bandera en la vereda del sol y desde allí, no importa cuánto duren los inviernos o las épocas de la desesperación, siempre están inventando nuevas palabras para regalarse una vida feliz, una infancia feliz.” Stella Acosta, “Siempre tengo Padres”.
La gran expedición
La gran expedición es hacia uno mismo…
De ningún modo iremos solos, de ningún modo el viaje será cómodo, pero la aventura y lo que el camino ofrece, merecen todos los intentos. Este es un viaje al que llegamos por las buenas, o por las malas sino, pero que termina siendo inevitable.
Porque hay que ser muy necios para no acabar un día preguntándonos, ¿qué hago aquí? ¿qué me trajo hasta este lugar de mi vida?, ¿qué decisiones vengo tomando?, que he venido haciendo, pensando, que las rutas de mi destino me arrastraron hasta este sitio. Cómo fue que acabé en una relación que detesto, o viviendo en un lugar que no elijo?, Cómo llegue a este desastre financiero o cómo es que vivo en un caos de problemas y de rencores mal dispuestos?.
Y es justo ahí cuando inicia la expedición, ese largo viaje al corazón de mi vida, a las catacumbas, a los abismos de mi incertidumbre y de mi miedo, para buscarme detrás de los espejos y sujetarme con los ojos firmes, y preguntarme por fin: ¿que hemos hecho?, y dejo de correr detrás del mundo reclamando ¿Por qué me pasa esto, Por qué a mí?
Ese viaje inicia un día, cuanto más temprano mejor para nosotros, mejor para el mundo, y si tenemos suerte y buenos vientos, no acaba mientras estemos respirando, porque habremos entendido, de una vez y para siempre, que somos parte de la ecuación, parte de lo que sucede, y que de esa parte nos cabe la responsabilidad, y nos cabe también su poder.
No se llega lejos en un principio, damos vueltas sobre nuestras propias preguntas, sobre nuestras pequeñas respuestas, somos precarios e ingenuos hasta en nuestra manera de buscar lo que brilla ante nuestros ojos, hasta que de tanto merodear en los páramos de nuestra mente, que surge lo más simple, y finalmente nos rendimos, a la comprensión catastrófica, de que no podremos solos. Sabemos que ya es el momento de ir hacia afuera a preguntar, entonces acude alguien, por error, por casualidad o por sabiduría, y nos hace el favor de darnos las preguntas correctas, las respuestas impensadas, los nuevos misterios, y nos empuja hacia la siguiente expedición.
Todo lo demás es la vida misma, la vida desde más allá de la inocencia, desde más allá del sentirme víctima de mis circunstancias, todo lo que sigue es experiencia, vivencia, vaivenes de un andar por el mundo.
El final del viaje consiste en mirar con ojos tibios, todo aquello que hemos aprendido, las grandes consignas que hemos abrazado, las verdades que nos guiaron y las sogas que nos salvaron de temerarias caídas, y verlas disolverse en el tiempo, porque entendemos también, que nunca dejamos de estar ateridos y ciegos, y que no es tan terrible esta condición del alma, que las verdades se extinguen, que las sogas arrumbadas ya no salvan a nadie, y que hemos dejado, secretamente, de creer en aquellas consignas.
Una y otra vez iniciaremos el viaje, volveremos al principio, volveremos a empezar… ¿por qué? si ya sabemos cómo acaba! Porque ser EXPEDICIONARIA es una condición del alma, no se elige, se la acepta o se la padece, eso es todo. Pero si la aceptas con esas ganas de darle velas al viento, si le dices SI con ese amor de niño a los arboles robustos, si te sientas en el asiento del conductor de una gran nave desconocida, te aseguro una expedición asombrosa, porque a los sitios a los que tu llegues, no habrá llegado nadie, nunca. Serás para siempre el primero, en cada remoto lugar de tu maravillosa vida, y quizás lo que encuentres, quizás aquello que aprendas o experimentes, sirva a otros, a dos o tres en este mundo, ya vale la pena, ya vale tu osadía.
Buen viaje, que te sean amables las noches y los días!
Caerse está permitido
Vas a caerte, y está bien.
Solemos creer que lo mejor de nosotros surge de nuestra mejor versión, pero quizás no sea tan así. Basta echar una mirada a nuestras vidas y ver como a veces, lo mejor que nos pasó fue gracias a un error. Lo Bueno sale de Todo de lo que Somos, también de nuestras contradicciones, de nuestros cortocircuitos. Como en terapia, las mejores sesiones son aquellas donde nos equivocamos, donde nos confundimos, cuando dije la palabra incorrecta…en el lugar correcto.
Todos hemos escuchado como mucho de los grandes inventos de la humanidad, surgieron de una falla, el inventor quería hacer una cosa y le salió mal, por accidente acaba descubriendo el verdadero invento revolucionario, el que significó un antes y un después. No es muy distinto en nuestras pequeñas vidas, a otra escala, pero sucede algo similar. Siempre puede salir mal, y quizás, sea nuestra mayor fortuna. El plan puede fallar, podemos fracasar estrepitosamente, se puede quemar el mapa de las predicciones, y puede derramarse el elixir que habíamos preparado por si acaso, sí, todo puede derrumbarse. No importa cuanto lo pienses, organices o planifiques, en el camino, vas a caerte, y está bien, habría que incluirlo en el plan, no solo porque puede suceder, sino porque indefectiblemente, sucederá. Porque es parte de la ruta a cualquier destino. No sirve demorarse en los lamentos, sirve tomar lo que quede, y seguir a pie. Lo mejor que tenemos es que somos errantes, es lo que nos salva de ese aburrimiento insalubre de ser infalibles y certeros.
El error no despareja los pies cada tanto, y nos empuja al piso. Si alguna vez tropezaste, si alguna vez te caíste, sabes de lo que hablo, y si te pasó de grande, te das cuenta la diferencia con las caídas de chicos, las caídas de la infancia las recordamos como eso, porrazos, nada más, pero si tropezaste de grande, ¡te sentís tan mal!!!, te duele tanto, la rodilla y el orgullo, y duele más porque el cuerpo se desacostumbra al suelo, y la rodilla a doblarse…y el ego ni te cuento.
Lo mejor de nosotros también surge de nuestras caídas, de nuestras torpezas, de nuestros terrores más desconocidos, de esa fragancia siempre irreconocible y súbita que suelen ser nuestros sentimientos más bajos, más indecibles. De ese lodo, de esa sombra, nacen también nuestros corajes más impensados, y las fuerzas irracionales, esas con las que no contábamos.
El mundo no sería un lugar mejor si nos quitáramos todos los defectos. El mundo es mejor cuando en ese intento de ser mejores, hacemos de nuestros fallos un recurso para la vida. La humanidad ha evolucionado también a los tropezones, gracias a los que, haciendo, intentando, se equivocaron, y lejos de callarse muertos de vergüenza, contaron de sus errores, y de ese modo allanaron el camino para los que veníamos detrás. Seamos generosos con nuestras desventuras, al final, no son tan importantes.
El fracaso es un invento de los exitistas de siempre, de los que viven para los resultados más que para la experiencia. El miedo al error se come vivas las aspiraciones de la gente, los tímidos amores, las iniciativas que podrían mejorar la vida de todos. En el mundo emprendedor hablan de equivocarse rápido y barato, para aprender más temprano y adquirir experiencia. De hecho, hay una corriente llamada “fuckup nights” donde se comparten los fracasos, para desafiarse a incorporarlos a sus historias, los cuentan como parte del proceso. Nadie se culpa o se avergüenza de eso.
Tus errores pueden salvarte, si no, mira para atrás en tu vida, ya ves como todo lo que un día salió “mal”, acabó siendo, con el tiempo, tierra lista para una buena siembra, y lo acabas agradeciendo, o al menos entendiendo. Siempre hay algo bueno, para quien está a dispuesto a tomarlo.
Caerse está permitido, y no solo está permitido, es inevitable, y te va a doler más si no estás listo.
Vas a caer, y está bien. ¡Sino que juego seria éste!
Los cambios de la vida
Cambiar es Vivir
“Nunca cambies, seguí siempre así”, me dijo alguien importante para mí, hace ya varios años. En ese momento lo sentí como un halago, un reconocimiento a mi ser, y me sentí muy bien con aquellas palabras y con aquella palmadita en la espalda. Pero con el tiempo, sentí el deseo profundo de cambiar, de convertirme en otra, y esas palabras, esas mismas apreciadas palabras, me pesaron como yugo. Me costó un tránsito largo poder por fin dejarlas a un costado del camino. Y Cambiar. Convertirme en “eso” que sabía que no sería aprobado, ni bien visto, quizás fuera víctima del desamor, del olvido. Pero mi impulso desde lo profundo de mi ser era innegociable, yo no podría hacer nada con eso. Era cambiar o morir…
A veces pienso que hubiera pasado si mi elección hubiera sido permanecer a la sombra de ese amor tan bajito, de esa mirada tan estrecha, si hubiese de algún modo negociado mi impulso de vivir por el impulso de gustar, de agradar. No puedo imaginarlo, realmente habría apagado mi vida, que recién empezaba.
Hoy no siento ningún rencor por aquella persona, pero claramente entiendo que se trataban de sus expectativas y de su deseo, para nada del mío. Lo que ella vio en mí era suyo. Esos fueron mis primeros procesos de transformación personal, allá por los años de la juventud, cuando las primeras luchas son con el mundo… más adelante, siento que cada vez me peleo menos con los otros, y que ahora las mayores luchas son conmigo misma. Cosas de la edad creo yo…
Pienso cuanta gente no logra salir de ese territorio, y queda entrampada en los –nunca cambies-, por un poco de amor, por un poco de atención, por miedo a qué pasa si cambias, que pasa si te vas de esa zona de confort. Que de confortable tiene muy poco en realidad, porque te pica, te hinca, no te gusta, pero te sirve. Estar cómoda no es suficiente para el alma. Le sienta muy bien a nuestro cerebro, a nuestra parte más primitiva que quiere comer y dormir, pero a los vuelos del espíritu le queda demasiado chico, no le alcanza para expresarse, para extenderse…
A esos cambios me refiero, los que involucran deseos genuinos y que van mucho más lejos que un simple cambio de corte de cabello, es el cambio de cabeza, de mentalidad. Cambios en el plano del SER más que del hacer, aunque uno nunca va disociado del otro. Cambios en la manera de nombrarme a mí misma y de nombrar la realidad que me rodea. Cambios que no son puramente reactivos, una mera reacción frente a los estímulos del mundo, sino aquellos que suponen vencer la inercia de lo cotidiano, de la rutina, de lo esperado, cambios que realmente van a modificar el rumbo de mi vida.
¿Por qué cuestan tanto los cambios? ademas del pánico natural frente a todo lo desconocido, es el hecho de no escucharnos a nosotras mismas. A veces estamos tan absortas en nuestro día a día que no los vemos venir, estamos tan desconectadas de nosotras mismas que no lo sentimos, como cuando -te viene- y te sorprende, “¡ah, cierto que ya era mi fecha para menstruar!”, el ciclo se cumple igual, desde lo profundo del alma, y no siempre estamos atentas a los avisos de que ya es momento. No nos escuchamos lo suficiente cuando nuestra voz interior nos dice, por las buenas y amorosamente, que habría que soltar lo viejo, y enfocarse en algo nuevo, que este tiempo ya se acabó… una relación, un proyecto laboral, una etapa de la vida que llega a su fin. No le hacemos caso, no nos hacemos caso… y, así nos va.
En general, si no atendemos los avisos, el mensajero comienza a golpear más fuerte, hasta tirarnos la puerta abajo, síntomas, enfermedades, accidentes… todos llamados, para tender lo que nos pasa. Para darle paso a ese sentir, al anhelo del alma.
La vida es cambio, es movimiento.
Los hábitos, la rutina, lo cotidiano, no tienen nada de malo, de hecho, son tremendamente útiles y nos facilitan la vida, en tanto estén al servicio de un bien mayor, del alto propósito de vivir en consonancia con lo que soy.
No voy a caer en la formula ligera del soltar, soltar es solo un paso del extenso y arduo proceso de darle forma a una vida nueva, a una nueva identidad del ser, a un nuevo comienzo. El Cambio, es un camino, una travesía, una expedición.
Te deseo de todo corazón, que tengas en tu vida todos los cambios que puedas, que quieras, que necesites, y que nunca te quedes dormida bajo ningún deseo ajeno. Te deseo que cambies, que te mantengas siempre en el camino, viva y despierta.
Por qué tiene ese nombre?
El miedo a la libertad
El miedo a estar vacíos y desorientados, frente a la mirada desnuda de la vida. A perder el sentido, o a darnos cuenta que no tenemos uno… a no distinguir el porqué, el para qué nos levantamos cada mañana.
Miedo a tener tiempo, a tener la vida… y no saber qué hacer con eso.
Si no estuviera ahora mismo, sujetada y pautada por la vida que tengo armada, si ya no encajara en los límites amarillos de la rutina de cada día… ¿Qué sería de mi? si no dependiera de mis obligaciones y de mis deberes, si fuera libre, libre realmente, qué haría? La libertad asusta porque asusta no tener destino… asusta un destino sin deseo, sin propósito.
Ya saben que el tema de la Libertad es casi una obsesión en mi vida, es un tema que me da vueltas, y sobre el que escribo hace años. Algunas de ustedes saben también que por estos días acabo de publicar mi segundo libro:“Expedicionaria”, donde escribo acerca del anhelo de libertad como motor del alma, como el combustible último de toda búsqueda, de todo impulso del alma hacia un destino diferente…
Tenía yo 17 años cuando leí por primera vez un libro de Krishnamurti, “La libertad primera y última”, ayer lo releía. Comienza con una cita de Huxley que dice” El ser humano es un anfibio, que vive entre lo que decide y lo que no”. Y yo vuelvo, como si no hubieran transcurrido ya 25 años!! vuelvo a hacerme las mismas preguntas: Cuál ese límite?, cuál es ese margen en que la vida y las circunstancias deciden por nosotras y cuál es el límite en que nos corresponde, o nos correspondería, decidir? pero que en muchas ocasiones elegimos, consciente o inconscientemente, ceder ese poder.
Estoy aquí para inquietarte, para interpelarte, y para decirte que allá en las esferas lejanas, en esas regiones que tanto te advierte tu miedo, habitan además de monstruos marinos y temerosas serpientes de dos cabezas, unas esperanzas azuladas y brillantes capaces de encender hogueras muertas hace milenios, habitan serenidades estremecedoras, y pasiones sin nombre que solo la piel saborea. Existe un mundo más allá del miedo, no quiero que te lo pierdas… por miedo no, si me dices que no te interesa esta perfecto, es un deseo como todos y tiene mi más alto respeto, pero si dices que quieres pero no te animas… ahí te convido una conversación, un pensamiento, una palabra… ahí siento que tengo algo que decirte.
Que te animes, que te atrevas a caminar hacia el centro de tu ser, que llegues al final del túnel, porque lo que te espera reaviva la sangre, enciende los fuegos, reinicia los mundos. El camino del autoconocimiento tiene ese destino final, la libertad… también de nosotras mismas. Por eso lo vale, por eso tiene sentido esa travesía.
Sin autoconocimiento no hay libertad real.
Existe un mundo en tu interior, que aún no has descubierto. Existes de un modo que aún no imaginas. Eres un misterio, eres un lugar nuevo cada dia, te crecen lagos y penínsulas en cada región del alma, cada noche, cada invierno. No seas una desconocida para tu propio corazón.
El dar y el tomar
Les propongo reflexionar sobre este tema desde la perspectiva de las Constelaciones Familiares. Se trata aquí de una mirada distinta de “El dar y el recibir”, con el que crecimos muchos de nosotros. El dar y tomar propone una forma mucho más activa, de parte de quien renuncia al solo hecho de esperar, y se encamina hacia aquello que quiere, hacia aquello que necesita.
Tomar y recibir son posiciones subjetivas muy diferentes. Quien recibe se queda esperando lo que el otro pueda o quiera darle. Quien se decide a tomar, sale en su búsqueda, acciona, se procura para sí misma.
Sí, hay que saber recibir, armoniosa y amorosamente, con humildad, y también hay que saber tomar. De hecho, hay más de lo que soy capaz de tomar, en el generoso árbol de la vida. Solo me queda decidir qué de todo lo que existe, yo voy a elegir. Y ya sabemos que si algo elijo, algo resigno. Así es la vida.
El que sólo se queda en la postura de recibir, corre el riesgo de estancarse en la vida; esa recurrente obstinación de pedirle peras al olmo… Cuántas personas conocemos que se han pasado la vida esperando que el otro cambie, que las circunstancias sean distintas, que aparezca esa oportunidad? muchas, tristemente, muchas.
Si sólo espero, puede que me resulte muy tentador quedarme, demasiado tiempo, en posición de víctima, reclamando al otro, y haciéndole sentir culpable por todo aquello que no me ha dado.
Atender y cuidar con responsabilidad los vínculos, supone asumir, y aceptar, que “dar de más”, aquello de “darlo todo”, resulta nefasto para las relaciones humanas; casi tan nefasto como dar de menos, como la mezquindad y el egoísmo.
La excesiva generosidad, a veces, esconde una profunda necesidad de amor, y de control. Si estoy dando demasiado, quizás sea momento de atender a mis propias carencias, darles su lugar, atenderlas como a niños pequeños, hambrientos y agotados, y dejar de esperar que el otro, o los otros, calmen mi hambre atrasada.
Mis padres ya no pueden resolverlo, porque ya he crecido, mis parejas no pueden resolverlo porque ellos son solo mis compañeros/as de camino, mis amigos, mi profesión, mi terapeuta…ellos no pueden cubrir todos mis huecos. Nadie puede.
Hay una idea muy arraigada, que supone que si yo doy más van a amarme más, y no es así. Por más que dé, y dé de más, el otro no necesariamente va a devolverme amor.
El mundo, el sol y la luna no serán suficientes, si no estoy dispuesta a tomar.
Quizás, sea momento de dejar de esperar y empezar a tomar, momento de dar solamente cuando hay un justo equilibrio, un ida y vuelta nutritivo, y empezar a caminar hacia la dulzura de la vida, que siempre tiene las manos llenas.
Stella Acosta
Expedicionaria
Las Mujeres, las Emociones y el Dinero
Pocas cosas conmueven tanto nuestras emociones como el dinero. Emociones un tanto inconfesables, intensas, y muchas veces caóticas.
Cada vez las mujeres hablamos más de dinero, cada vez más nos acercamos más al mundo de la educación financiera, vemos claramente que es un conocimiento super importante, y al paso que aprendemos, descubrimos cuánto de nuestro poder estaba disminuido por la ignorancia.
Lo que también vamos descubriendo es que la información sola no alcanza. Hay un trasfondo emocional, consciente y no, detrás de cada una de nuestras decisiones económicas y financieras.
Vamos haciendo conscientes nuestras limitaciones, y todo ese universo de creencias y sentires ocultos, que aunque no los veamos, operan dentro nuestro; como un comando oculto que nos lleva a hacer o no hacer, determinadas cosas, y que tiene incidencia directa en nuestros resultados.
Nos damos cuenta, que lo que nos pasa con el dinero, está condicionado por nuestras experiencias previas, las propias y las de nuestra familia de origen, a veces hasta dos o tres generaciones anteriores.
En el mundo de las emociones y el dinero, el saber es importante, el tomar contacto con lo que sentimos y cómo percibimos el dinero es más importante, y acceder al universo más desconocido de nuestras propias emociones es clave.
Empecemos por la dimensión más consciente:
La plata en sí misma es solo una cosa, una energía, es material de intercambio, como tantas otras cosas en este mundo, es la conciencia que ponemos sobre ella lo que determina si le estoy dando un buen uso.
Por ejemplo, si tengo una conciencia respetuosa por el medio ambiente, a la hora de hacer un gasto voy a elegir, marcas y productos alineados con mis valores. Más que el precio, o además del precio, voy a mirar estos aspectos, y van a influir en mi decisión de a quien le compro y a quién no.
Está claro para todos verdad? lo mismo si tengo una conciencia enfocada al respeto animal, o al trabajo digno, o al libre mercado, lo que cada persona haya puesto en su escala de valores.
Ahora, hay un más allá de esto, y son todas nuestras creencias y valores no tan conscientes.
Existe toda una secuencia de pensamientos, hecha para legitimar, y soportar, nuestras contradicciones, nuestros caprichos. Siempre hablo acerca de que, la persona más fácil de engañar soy yo misma… así que siempre tendremos argumentos para explicar porque no tenemos más plata, porque siempre nos pasa lo mismo, o porque nuestra vida económica anda para atrás.
Ahora, sí estás leyendo este blog es porque ya pasaste por esa etapa, ya superaste la Edad de la Inocencia, y ahora tenes ganas de decirte la verdad. Ya desconfías de tu propio relato, y estás disponible para preguntarte… qué hago mal? y por qué? y estás lista para ocuparte, si, ocuparte, que es más que preocuparte, y de realmente darle una solución a esto que te perturba.
Sabés que te mereces una vida sin tantos sobresaltos económicos, sabés que ya es tiempo de una calma genuina y sólida en tus cuentas, que ya no querés arrastrar deudas absurdas, que ya no queres perder tiempo y energía en gastos superfluos… y sobre todo, no querés que el tema de la plata y las preocupaciones en torno al dinero, te resten energía, tiempo y cabeza, para ocuparte de lo que realmente importa.
Más allá de lo que sabes que sabes, y de lo que sabes que no sabes, está lo que no sabes y lo que no sabes que no sabes. Y de eso vengo a hablarte. Hay algo detrás de lo que pensás, y es lo que sentís, y eso es lo que manda, aunque a tu mente no le guste esta noticia.
La emoción es previa al mundo racional, antes de aprender a pensar aprendimos a sentir, es lo que se nos grabó primero, es la impronta con la que andamos por la vida. Y ese montón de recuerdos que ya no recordamos, son nuestro mapa interno. Y la brújula es la emoción.
Veamos ejemplos de lo que no es TAN consciente…
Si tu familia de origen siempre ha sido humilde, te puede costar salir de la pobreza por Culpa o por Miedo.
Culpa por tener más que ellos, Miedo a no saber ¿cómo es vivir SIN apremios económicos?, o por una especie de lealtad ciega con tu clan, algo dentro tuyo dice: “nosotros somos pobres, es condición de pertenencia y de aceptación, las personas con dinero no son aceptadas ni bien vistas aquí”.
Si ese sentir está instalado en tu corazón, no habrá poder humano que te haga ganar dinero.
O puede pasar al revés, si tu familia tuvo dinero, pero ese dinero ocasionó, según los discursos de esa misma familia, discordias, enemistades, hasta muertes, puede que inconscientemente no te permitas tener como ellos.
De nuevo, la culpa y el miedo aparecen, y condicionan. “Yo no seré como ellos, el dinero es sucio, yo me mantendré limpia”, (léase pobre).
Pueden estar instalados en tu mente, como grabaciones que se repiten y se repiten hasta que empiezan a funcionar en automático, frases como: “Mi familia siempre se sacrificó, yo me sacrificaré, el trabajo es siempre sudor y esfuerzo”, sigamos..
“En mi familia ninguna mujer cumplió sus sueños, cómo yo podría semejante cosa”,
“el dinero saca lo peor de las personas, yo quiero ser buena gente”,
“Si soy afortunada en el dinero me ira mal en el amor”,
“si accedo al dinero quizás lo pierda, como le pasó a mi padre”,
y así… podría escribir un libro con esto.
Ese es el otro mundo que está en mi, ese es el mundo que también somos y que nos resulta desconocido, porque hasta que no lo exploramos con mucha conciencia permanece detrás de la cortina.
Abrir los ojos, es el primer movimiento que nos habilita a caminar, a transitar, el famoso darse cuenta, para luego poder cambiar, transformar…y avanzar.
Si no tocamos estos hilos de fondo, seguiremos repitiendo patrones de conducta en modo automático, y cambiaremos de trabajo, de marido, de país, de banco, de contador, y seguiremos tropezando con la misma piedra.
Entiendo que aveces queda mas facil decir “no me importa la plata”, a reconocer que no sé muy poco sobre la plata, que quizás me tengo que sentar a aprender sobre finanzas, sobre inversiones, y desafiar a mi cerebro (que está empeñado en que todo siga como está), a dar un salto hacia un conocimiento mayor, hacia otra conciencia.
Un cambio de conciencia supone, indefectiblemente, un cambio en tus estados financieros.
Hoy gozamos como nunca antes de un brutal acceso al conocimiento, casi todo es software libre, casi todo está en You Tube, todo está en algún libro, todo está a un par de click, solo se trata de destinar algo de tiempo y atención a tomar ese conocimiento.
Así como un día dejaste de decir, porqué me pasa siempre lo mismo?, y dejaste de buscar respuestas afuera. Así como un día decidiste incluirte en la ecuación, y empezaste terapia, para tratar de entender por qué siempre tropezabas VOS con la misma piedra, de igual manera es con la plata.
Se trata de observarte y conocerte, no para juzgarte y condenarte, no tenemos tiempo para eso; sino para crecer y cambiar, para mejorar vos y mejorar tu vida.
Y ya sabes que si vos estas mejor, el mundo esta mejor.
Bienvenida a un mundo de gente consciente, que se reconoce imperfecta, que se reconoce en proceso…
Bienvenida esta primavera de plata, a este septiembre en el que estaremos hablando y aprendiendo mucho más acerca del mundo de las emociones y el dinero.
Aprovecho para invitarte a los próximos eventos!!
Este sábado 5 de septiembre, a las 10 hs, estaré emitiendo en vivo, por mi pagina de facebook: Transmisión de Pensamiento, justamente sobre este tema. La charla quedará subida ahí por si no puedes estar pero te interesa escucharla.
Y hay más!! El día Jueves 10/9, a las 19 hs, te invito a un Webinar totalmente gratuito, un taller experiencial en vivo, donde vamos a meternos de lleno con “Las emociones ocultas y el dinero”, podés inscribirte enviando un mensaje en esta pagina.
Y finalmente, para las más audaces, para las que quieran ir más a fondo, abrimos un nuevo ciclo de los talleres experienciales de Todas las que Soy, Mujer de Plata. Tres encuentros a pura vivencia, para trabajar y transformar -Todas las que soy con el dinero-. Podes ver más info en mis redes y aquí en la web: https://stellaacosta.com/talleres-actividades/
O sea, si tenes ganas de aprender, de experimentar, de redescubrirte, pero sobre todo, de cambiar algunos viejos patrones para ir hacia una vida mejor, no hay excusas, hay un sendero.
Nos vemos ahí.
Los sueños nos eligen, no al revés.
Tengo 44 años, soy mujer, soy madre. Vendí mi casa, vendí todas mis cosas, y salí a cumplir un sueño que me latía en el corazón desde hace largos años. Hoy, hace un mes que solté amarras y empecé mi viaje.
Apenas mi cuerpo y mi mente están cayendo en la cuenta de que no se trata de vacaciones, que este no es un viaje más, que no volveremos a casa en unos días, que no habrá una rutina que retomar. Porque no hay donde volver. Este viaje es mi nueva casa, el camino es mi único territorio. Ya nada es mío, ya nada es personal. De a poco comienzo a comprender que esta forma nómada, es mi nueva 𝘧𝘰𝘳𝘮𝘢 𝘥𝘦 𝘷𝘪𝘷𝘪𝘳.
Como se imaginarán, este presente es el resultado de todo un proceso previo, es la meta a la que he llegado luego de un largo camino, … planificarlo todo, prepararme durante años, sobrevivir a que una pandemia tire por los aires mi preciosa maqueta, sobrevivir a que las catástrofes económicas de mi país derrumben una y otra vez mis castillos de arena. Miro para atrás y veo que este día tiene una raíz profunda. Que he tenido tantas razones para dejarlo, que de hecho intente dejarlo muchas veces, con resignación, pensando que quizás no era para mi, que ya soy grande para estas cosas… pero aquí estoy, escribiendo frente al mar, en un atardecer dorado del litoral de Brasil.
No hay suerte en esto, no hay buena fortuna o alguna ventaja extra, lo que soy hoy es 𝘦𝘭 𝘳𝘦𝘴𝘶𝘭𝘵𝘢𝘥𝘰 de decir 𝐒í a lo que deseo con todo mi ser, sin esperar aprobación, sin pedir permiso. Soy la que paga el costo, que claramente no es solo económico; soy la que asume el riesgo, la que acepta las consecuencias, como toda persona adulta. Por eso escribo este post hoy, para contarles que detrás de este sueño concretado, como de todos los sueños, hay mucho empeño, dedicación y voluntad, y mucho mucho corazón. En este articulo cuento un poco mas de mi historia viajera. https://www.facebook.com/psicologastellaacosta/posts/2922422678042440/
¿Cuál es tu sueño mayor? cuánto estás dispuesto a comprometerte con ese sueño? por que si no estás disponible para darle un 100 x 100, quizás más que un deseo del alma sea un objetivo momentáneo, un deseo del ego, algún antojo pasajero…
Amigos, cuando se trata de los 𝐚𝐧𝐡𝐞𝐥𝐨𝐬 𝐝𝐞𝐥 𝐚𝐥𝐦𝐚, son ellos los que no nos dejan en paz. Nos persiguen, insisten, son ese faro intermitente que no cesa. Son como la vocación o el don, algo que viene con nosotros, y nuestra única decisión, en ese caso, es responder: sí o no. Toda nuestra elección se resume a si nos pondremos al servicio de ese palpitar profundo que nos atraviesa, o si nos distraeremos, persiguiendo el viento.
Es verdad que hay cosas que no dependen de nosotros, es verdad que hay cosas que son -de la vida-, sobre las cuales nuestra voluntad no tiene la más mínima incidencia… pero hay un margen de acciones que sí dependen de nosotros. Lo que sucede es que como no queremos pagar el costo, hacemos responsables a los otros, al mundo, a las circunstancias… mi mensaje es que te digas la verdad, si no lo quieres esta perfecto, no quieres y punto. Pero por favor, no te mientas diciendo no se puede.
¿Por qué sobre este mundo estás dispuesto a quemar las naves?, ¿Qué sería eso por lo que estás dispuesto a correr todos los riesgos?, y no se trata de ser imprudentes o de llevarse al resto puesto, o que nos cueste la salud, se trata de definir un propósito desde la conciencia, digno de una vida con cierta audacia, mucha perseverancia y unas tremendas ganas.
Les confieso que mi plan de viaje a principios del 2020 era totalmente otro, y si me hubiera empecinado en que fuera como yo quería, o me hubiera quedado protestando, aún estaría en mi departamento de Patricias. Me las arregle como pude con mis caprichos y mis arrogancias, agache la cabeza y arme la valija. Porque además, la primera cosa que se aprende en cualquier viaje es la humildad. Suavizar la mirada y pedir permiso, porque uno es el extranjero.
Y así ando, aprendiendo y experimentando, escribiendo un libro, atendiendo pacientes online, y preparando nuevos talleres para este 2021. Viviendo mi sueño, caminando mi viaje. No, no es como lo soñé. Tiré muchas veces el boceto a la basura. El plan cambió mil veces, pero la meta seguía ahí en el horizonte, clara, precisa. Entre las muchas cosas que voy aprendiendo, algo es que este viaje no se trata solo de mi, me quedó muy claro ese aforismo que dice: ”¿Quieres hacer reír a Dios? cuéntale tus planes”, porque así fue tal cual!! uno tras otro, hasta que solo me propuse dejar de entrometerme, y simplemente dejar que pase, a través de mi, a costa de mi, a pesar de mi.
De algún modo, me convertí en el vehículo, y lo cuento porque no es solo mía esta experiencia. Es de toda la gente que tiene un latido de viento en las venas, y decide un día, ajustar las velas en esa dirección.
Se ha hecho de noche en la playa, y una mujer debe seguir su camino.
Ecuador, la mitad del mundo o un mundo por la mitad
No me alcanzan las manos, el tiempo, ni las páginas del alma para escribir y relatar tanto que estoy viviendo en este viaje. Un viaje extraño, raro, que no encaja en ninguna categoría, mezcla de turista y de trabajador golondrina, mezcla de mujer exploradora y de nómada digital…
Hoy escribo desde Quito, Ecuador. Hace 10 días que estoy aquí, de a poco adaptándome a este nuevo país, a este nuevo mundo, a dos horas menos, a una economía en dólares, a la altura y el clima. Quito es asombroso, no, no es una ciudad linda, es intensa, es áspera, es una ciudad de enormes cicatrices, plagada de historia, de dolores y de resurrecciones, de pánico y abismos por todos lados. Aquí donde se unen – ¿o se chocan? – los hemisferios, donde se mezclan, o eso intentan, lo viejo con lo nuevo, lo antiguo con lo moderno.
Como ya les he contado, mi viaje no consiste en solo buscar lugares bonitos, o divertidos, no quiero un turismo de entretenimiento. Busco experiencias, aprendizajes, quiero que me crezcan en el alma paisajes, quiero que el viaje me transforme. Salgo de los circuitos de la pura distracción, para ir hacia donde vive lo cotidiano, lo simple de la gente de cada lugar. Uso el transporte público, hablo con la gente local, les pregunto de sus vidas, bebo el agua que beben, como lo que comen… ese es mi viaje.
La América Andina no es ninguna sorpresa para mi, nací bajo el arrullo de sus estrellas, respiré la puna, y me bañaron esos soles quemantes. Sin embargo, llegar a este país volvió a encender lo desconocido en mi. Ecuador es otra América. Aunque la gente de aquí se parece a todos lo que conozco. Cualquiera podría ser mi pariente cercano. Aún así, es Otra, es Más.
Los primeros días salía a explorar el mundo allá afuera, sacaba fotos apuradas, como cualquier recién llegada. Me deslumbraba cada esquina, caminaba desorientada y confusa, sin lograr ordenar nada en mi mente. Hasta hace apenas unos días, que pude por fin hacer alguna síntesis, un mapa interno de donde estoy en realidad. Fue durante mi visita al museo y casa de Guayasamín (1919 -1999), un artista enorme, de esos que son ampliamente trascendidos por la fuerza de sus obras.
Antes de empezar, quiero reconocer públicamente que no sé nada de arte. En esta ocasión la ignorancia jugó a mi favor, me salvó de entrar a ese lugar con la pesada armadura del saber.
Aquel día bajé de prisa hacia la planta más profunda, solo para llevar la contraria de lo que sugería el recorrido formal. Apenas llegué fui tomada por sorpresa, tomada de todas las formas que se puedan imaginar, por la FUERZA de ese lugar. Solo así puedo explicar… Cómo es que 10 minutos después, estaba llorando a lágrima viva frente a un cuadro colgado en una pared?
Que me pasó? me atravesó la historia… me sacudió. Me galoparon en un instante, todos juntos, los caballos de la memoria.
Mientras un guía hablaba en inglés a una turista, yo podía entender claramente lo que le decía, le contaba la Historia Latinoamericana. “Esta obra retrata la dictadura Chilena, esta la de Nicaragua. Esta refiere a los desaparecidos, esta a las madres que perdieron sus hijos en las épocas de la guerrilla. Esta a los niños que mueren en las calles”… yo intentaba imaginar qué le pasaría a esta mujer por el corazón, por las venas, a qué le sonaría esta historia nuestra,… supuse que del mismo modo que me sonaría a mi, escuchar la historia de Ana Frank, visitar El Muro, o Auschwitz.
Había elegido hacer el recorrido sin guía, para poder ir más a mi tiempo y disfrutar de mis silencios. Aun así no había podido escapar de lo que estaba escuchando: dictadores, sufrimiento, desaparecidos, sangre, todas esas palabras que podría reconocer en casi cualquier idioma que exista sobre este mundo.
Odié profundamente a Guayasamin, lo odié por mostrarme otra vez lo que insisto en olvidar, lo odié por dejarnos desnudos ante el mundo, ante estos extranjeros que ojalá solo se llevaran de estas tierras fotos bonitas para sus redes, y les contaran a sus amigos, lo hospitalarios y felices que somos los latinos.
Así es el arte que es eterno, te atraviesa como flecha, no te pregunta, te envenena de espanto, y no te podes mover. Y aquí estoy, escribiendo sobre esta experiencia, porque es lo único que sé hacer cuando no sé que más hacer con lo que siento.
Salí de ese lugar, extravagante y brutal, lamiéndome las heridas.
Un jovencito que apenas hablaba español salía también, ingenuamente con su cámara de fotos colgada al cuello, y le dije lo que le diría cualquier paisa: “No puedes llevar tu cámara así, tienes que guardarla (ocultarla)”. Quería explicarle… aquí aún vive ese hambre y esa desigualdad a la que le acabas de sacar fotos, nuestra historia está a latido vivo…
Me duele esta miseria nuestra, me duele todo el tiempo tener que cuidarme de “no parecer turista”, me duele que soy la que ha crecido con lo que para otros es impensable.
Aquí, mis amigos, en la mitad del mundo…
de ratos en el hemisferio norte y de ratos en el hemisferio sur, pienso y vuelvo a pensar, ¿cuál será la línea que por fin nos una? ¿Dónde podremos encontrarnos el norte y el sur, el arriba y el abajo, lo antiguo y lo moderno?
Hace unos días fui a La Mitad del Mundo, en una parte es posible asistir a diversos experimentos que muestran los fenómenos naturales de la latitud 0. Uno de esos experimentos muestra como en realidad ambos hemisferios no se tocan, como hay una franja donde todo se diluye, donde no hay encuentro… rompió mi corazón. Cómo podremos? cómo lograremos como humanidad unir mundos? devolvernos a aquella soñada unidad que pareciera que alguna vez perdimos… lo femenino y lo masculino, la dulzura y la hostilidad, el corazón y el cerebro, la serenidad y la acción, la prosperidad y la austeridad.
Hoy, en La Capilla del Hombre, de rodillas frente a la llama que no se apaga, frente al arte que dice siempre más de lo que las palabras podrían… miro el museo, impoluto, perfecto, limpio y perfectamente protegido, a mil quinientos escalones sobre la ciudad… y miro el mural, en la calle rota, en las palabras susurrantes de la gente, en los colores que disfrutan los ojos, en esa distancia entre un auto de lujo y un joven limpiando vidrios. Le rezo a Dios y le rezo al hombre, confiando en que son la misma cosa.
Vuelve a mi esa canción revolucionaria, de esos, que también son mis ancestros “Cuando querrá el dios del cielo que la tortilla se vuelva… “ que los pobres y los ricos sean sólo categorías de un mundo viejo que ya casi no cabe en nuestro entendimiento. No veré ese mundo, pero lo puedo imaginar.
Miro por la ventana, mientras acabo de escribir este artículo, y ese montón de edificios allá afuera podría ser de cualquier ciudad del mundo. Luego bajaré a comer, y las papas andinas, el mote y el encebollado, me recordarán que esta es una tierra sabrosa y nutricia, tan cálida como sus caldos, tan dulce como sus frutas… sabores mansos que suavizarán todas las amarguras de mi corazón.
Una mujer suelta en el mundo
A 2 meses de mi partida, a dos meses de abandonar el puerto seguro, este 5 de febrero me encuentra cumpliendo mis primeros 45 años, en las tierras altas do Brasil.
Una mujer suelta en el mundo, incapaz de cualquier retorno, no solo porque mi zona de confort ha quedado tan lejos que aunque quisiera volver ya no podría, sino porque esa que yo era, se desdibuja cada día.
Que tengo para contar hoy? que estoy entendiendo que un viaje en solitario, y en plena pandemia mundial más aún, es una experiencia que te desnuda, te desabriga, te desarropa… una experiencia que te despierta rápido y sin sutilezas, que te agolpa las emociones dormidas, y te sacude las mañas, las manías y los prejuicios.
Debo decir que estoy aprendiendo a viajar, aprendiendo a ser una nómada digital, aprendiendo a cambiar de cuarto y de gente alrededor cada poco tiempo, debo decir que extraño fuerte a mis seres queridos, las cosas cotidianas como el mate y ciertas prácticas absurdas, como no estar pensando dos veces cuánto sale tal o cual cosa, porque hay que convertirlo a la moneda local.
Debo confesar que no todo es lindo, que ya he vivido experiencias un tanto intensas, y no en el sentido emocionante de la intensidad, muchas de esas anécdotas las contaré en el libro que estoy escribiendo… muchas cosas trae el camino, porque al final 𝘶𝘯 𝘷𝘪𝘢𝘫𝘦, por más soñado y liberador que sea, no deja de ser 𝘭𝘢 𝘷𝘪𝘥𝘢 𝘮𝘪𝘴𝘮𝘢.
En estos 2 meses me he reconocido en formas mías que no sabía que existían, y es que no sabía cómo iba a ser yo estando en territorio extranjero, sola en un lugar en el que nadie me conoce… por eso digo que viajar sola te desnuda, te deja sin ningún espejo en el cual reflejarte, no hay hábitos ni costumbres aprendidas que valgan porque es otro territorio, que te desafía a ser de otra forma… me sorprendo de mi misma, las otras yo que aparecen a veces se alejan tanto de mi que me asustan y me descolocan, me desubican… pero para eso viajo. Si eso no pasara este viaje no tendría sentido.
En dos meses, recorrí ciudades y pueblos, mar, sierras, rascacielos, autopistas, senderos, selva… según google he recorrido el 14% de la circunferencia de la tierra, aviones, ómnibus, moto, mucho Uber, subtes. Hostales, suites, casas, residencias. Baños privados, baños compartidos, amaneceres en la playa, volver mojada porque la tormenta me encontró por ahí, quemarme la piel, ser víctima de mosquitos caníbales, enamorarme al menos 5 veces, comer cosas que nunca había comido, tener miedos que nunca antes había tenido.
Muchas veces antes de salir de viaje, bromeaba con mis pacientes, “vamos a tener una sesión con el mar de fondo en una playa”, como en las fotos de Instagram de los nómadas digitales, fotos montadas claro, porque no he podido dar ni una sola sesión en una playa!! o porque estaban llenas de gente, imposible encontrar un lugar tranquilo, o porque donde era tranquilo no había wifi, o porque la arena, el viento o el sol estropean la computadora o el celular, en fin, he dado sesiones en los lugares más impensados, pero no en la playa.
Dos meses de incertidumbres y cambios, dos meses de casi no hablar en mi idioma, de no saber donde voy a estar la semana próxima, ni en que ciudad ni en que país… de hecho iba de camino a Colombia y la pandemia cerró las fronteras, tal que sigo en Brasil un tiempo más.
Todo esta experiencia, todo este aprendizaje lo cuento por una sola cosa… porque creo que es comparable con cualquier proceso de 𝘤𝘢𝘮𝘣𝘪𝘰 𝘥𝘦 𝘷𝘪𝘥𝘢.
Cualquier proceso de ir de una orilla a la otra en una vida supone esto mismo que hoy vivo. Dejar una costa segura y lanzarse al ancho mar, donde no ves la siguiente costa, donde no sabes cuánto puede llevarte. Donde a veces, ese “lugar” que estás buscando solo existe en tu imaginación, en tus sueños más incomprensibles.
Por mi profesión, muchas veces he acompañado a mis pacientes en procesos de esta naturaleza, cuando alguien se separa de una relación larga, cuando alguien abandona un trabajo que no le satisface y comienza a abrir un nuevo camino, cuando deciden emprender, cuando se animan a ir por un sueño grande que saben que les cambiará la vida.
Y que una decisión nos cambie la vida supone que deberemos cambiar nosotros, que de algún modo, una parte nuestra deberá morir, a algo habremos de renunciar, y ese proceso duele, porque necesariamente supone una despedida, un desgarro, un desarraigo.
Aquella persona que se lanza en una búsqueda, de esas que las va a transformar, sabe que su corazón va a aullar de dolor.
Por eso el sueño vale, por eso el sueño es atrevido, porque nos llama más allá del dolor. Por eso un Gran Sueño, como el Amor, es solo para los Valientes.
Mi intención no es motivar a nadie a viajar, mucho menos a vivir una vida nómada, mi intención es contagiar las ganas de hacer lo que te dice tu alma, lo que te late en la sangre, mi intención es que escuches tu propio llamado, y te respetes en la simpleza o en la extravagancia de tus deseos más genuinos.
Que te escuches, que atiendan el llamado, que asistas a la cita, que acudas a tu encuentro… porque no hay nada más hermoso que 𝐯𝐢𝐯𝐢𝐫 𝐥𝐚 𝐩𝐫𝐨𝐩𝐢𝐚 𝐯𝐢𝐝𝐚. Nada más digno que decirle 𝐒í a lo que somos, a todo lo que somos, así, imperfectos e inacabados, así, torpes aprendices, pequeños saltamontes, frágiles discípulos de la vida… siempre, siempre en proceso.
Tenía tantas ganas de compartir esta experiencia, que empecé el año ofreciendo un taller gratuito de dos encuentros, justamente centrado en el sentido, en la dirección de una vida, y lo acabé de dar hace unos días, aquí dejo los enlaces para quienes quieran verlos:
Mapa de ruta 2021 – parte I : https://youtu.be/ELf4S2rxiNo
Mapa de Ruta 2021 – Parte II : https://youtu.be/l2u2DV0AkU0
Lor próximos talleres de febrero estarán centrados en este tema también, más info en este link:
https://stellaacosta.com/talleres-actividades/
No tengo la menor idea desde donde escribiré el siguiente post para el blog, y eso es lo que amo de mi vida, esto es lo que más me gusta de ser una mujer que viaja.
Estoy libre, estoy suelta. Mas mi punto de anclaje sigue fijo, mi meta sigue inmutable, el sentido más hondo de mi ser es el que orienta mi barco, y luego, la brújula maestra de la vida marca el rumbo.
Desde esta pequeña parcela de mundo solo me nace decirles algo:
Inicien Su Viaje, ese viaje del héroe que es a la medida de cada uno, inicien su propia expedición, cumplan sus sueños. Escriban ese libro, cambien de ciudad, de trabajo, salgan de esa relación si ya no hay amor, cambien de vida, cambien de rumbo si ya no los motiva… muevanse, que la vida es breve, y no nos espera.
Encuentren su norte y no se detengan, viajen hacia su propia tierra prometida.
No, no se queden con las ganas, o las ganas los perseguirán como perros.
Dejen que la vida los cambie, los desmolde, los desnude y los desarrope… no, no es tan terrible.
Vale el precio, vale lo que cuesta, vale la pena, porque la gloria es toda nuestra.
Hasta el próximo encuentro!!
Pta: Muchos me preguntan cómo es viajar en pandemia?, y les digo que mi viaje no es de turismo así que no tiene comparación, no es un paseo tradicional, pero les respondo algo: es áspero, es incierto, con muchas ventajas y desventajas. Yo salí con plena conciencia de estos riesgos, asumiéndolos con toda la integridad y responsabilidad de la que soy capaz. Cumplo todos los protocolos, mascarilla, hisopados, alcohol en gel siempre siempre, espacios abiertos, distancia social, compré el mejor seguro médico que pude pagar, luego, vivo. Protejo y me protejo igual que si estuviera en mi casa, y debo decir que hasta mejor, me alimento sanamente, hago vida en la naturaleza, siento amor, doy amor, recibo amor, el resto es como dice el dicho “Cuando te toca, ni que te quites, cuando no, ni que te pongas.”
La ayuda que no ayuda
“Conocen alguna persona que siempre esté dispuesta?, de esa gente que siempre está lista para dar una mano, esa gente que nunca te va a decir que no, esa gente que es incondicional?? ahh, vos sos una de esas personas!!
Si, se te nota de lejos! para vos es normal, pensás que nadie lo nota, pero nosotros, los demandantes a tiempo completo, te vemos, te olfateamos, desde el otro lado del planeta si es necesario… sabemos que sos un ayudador que no puede con su genio, y allá vamos, a pedirte: tiempo, dinero, atención, comida, agua, sexo, cuidados, lástima… vamos en postura de drama y desesperación, sabemos que no podrás resistir, y que vas a ceder.
Sabemos que sentirás pena, sentirás que te corresponde ayudar a esta pobre gente, a este séquito de almas en pena… y así, chuparemos tu sangre, tu reloj, tu billetera, secaremos tus jardines. Nosotros nos iremos aliviados, bajo el sol de la tarde, y vos, vos te quedarás ahí, vacía y remota, Quizás te sientas bien un rato, sintiendo que has hecho tanto por nosotros, ya te hemos dicho lo bien que nos hace tu presencia, tu generosidad, que por favor nunca cambies, que queda poca gente como vos…”
Ese efecto embriagador del elogio quizás dure un rato, pero más tarde o más temprano llega el vacío. Y lo dulce, se vuelve amargo.
Esto es lo que vengo viendo, año tras año en mi consultorio. Escuchando el dolor de tantas personas, víctimas de su propia compulsión a ayudar, sufriendo por no saber decir que no, a veces sin darse cuenta que están al límite, que ya no pueden, pero son incapaces de registrarlo, -para los otros siempre hay, por otros siempre es posible-, hasta que caen… en depresión, o caen, literal, de un golpe, o por un accidente (que de accidental tiene poco); caen en bancarrota, caen de rodillas con una angustia extrema… de uno u otro modo, caen.
Hace algunos meses que vengo hablando de esto, tanto aquí, como en mis redes y en mis cursos, es que realmente me parece que muchas personas no son plenamente conscientes de en qué medida, su ayudar a otros, más allá de agotarlos y llevarlos al extremo de la extenuación, enmascara muchos de sus propios miedos, carencias, culpas. Muchas veces, el ayudar a otros puede funcionar como el último recurso, desesperado y ciego recurso, para no ayudarse a mi mismas, para no atender a sus necesidades, para no hacerse cargo de su propia vida.
Las personas que ayudan de un modo desmesurado, sienten que si niegan la ayuda, son malas. Es obvio, pero hay que decirles: No, no sos mala, o egoísta, no sos tacaña o materialista, no… sos simplemente una persona, como todas, con limitaciones y carencias, como cualquier gente. Y el poder decir que NO es reflejo de esa humildad, del reconocimiento de esa finitud, de tu humanidad.
Es que no sos especial, especial es el título que te ponen los que te adulan, para que sigas siendo funcional. O si te resuena más, es que todos somos especiales.
No siempre tenés que ser la buena de la familia o del grupo, no tenes que ser siempre la que juegue el mismo rol, la que todos vean como el centro de beneficencia del clan, o el confesor del barrio y aledaños.
Hay un mantra que quisiera compartirte, una frase que es la llave para una vida nueva, una reliquia, y es muy sencilla, dice así:
-No hay más-
(… ahh, suena como los dioses).
– No tengo más, se me acabó…- el tiempo, las ganas, el amor, la paciencia, la buena onda, la simpatía, el sí fácil, el “dale, si no me cuesta nada”.
Si la ayuda es desproporcionada, si el intercambio pierde el equilibrio, no importa cuánto sea el amor, el cariño o el interés, la relación acabará quebrándose.
A veces no podes ayudar, aunque puedas, no podés porque no te corresponde, porque no le sirve al otro, porque te desgasta, aunque casi ni lo notes.
La ayuda que no ayuda, es cuando hacés de más, con tus hijos cuando haces lo que ellos podrían hacer por sí mismos, haces de más por esa amigas cuando siempre la escuchas pero nunca queda tiempo para que te escuche a vos, das de más cuando te quedas después de hora en el trabajo, esas horas que nadie te paga, que nadie te reconoce, dás de más en una pareja cuando lo mantienes, económica o emocionalmente. Haces de más por tus padres o por tus hermanos, cuando los asistes como si estuvieras por encima de ellos.
Hacer de más es una trampa. Es un autoengaño. Es el tipo de ayuda que te va a dejar vacía, que te puede aniquilar el corazón y acabar volviéndote una persona amarga y triste, porque a la larga sentirás resentimiento, dolor, te irás convenciendo que el mundo es un lugar egoico y hostil, donde no existe la empatía y ya nadie piensa en otros…. excepto tu.
Generarás soledad, porque habrás aprendido a mantener solo relaciones nutricias, donde eres la única o el único que da, que sostiene, y toda relación acaba rompiéndose bajo esa estructura. Nada prospera a la sombra de un desequilibrio tan grande.
Te invito a que te observes, sin juzgarte, solo observarte. Te invito a que mires, con amor, cómo te vinculas, y si acaso, sería tiempo de un cambio.
De ir hacia relaciones más sanas, más fértiles, donde se parezca más al 50 y 50, a un ida y vuelta generoso y suficiente. Quizás debas aprender a pedir, a tomar lo que necesitas, quizás debas ejercitar por largo tiempo las frases que te contaba mas arriba, quizas debas cambiar vos para que algo cambie allá afuera… porque ellos, los que siempre piden, ellos no van a cambiar.
Siempre lo digo, los cambios son procesos, no hay magia en esto, es iniciar un camino de transformación personal, no es fácil, no es rapido, pero te aseguro que vale la pena. Darte cuenta que estás incómodo ya es un primer paso, enorme, solo la gente que está incómoda se mueve.
Te invito a recorrer ese camino, a aprender a Dar lo mejor de vos, sin que en eso se te vaya la vida. Todo lo contrario.
Blog
Este es un espacio para personas que están transitando un cambio significativo en sus vidas, o están a punto de iniciarlo. Para aquellos que están en pleno viaje del héroe, en una cruzada por los mares y rutas desconocidas del propio mapa del alma. Este no es un blog para inocentes, para personas que no tienen ganas de arriesgar. Porque no creo en esos slogans fáciles que venden magia por desesperación, por el contrario, lo que yo he visto, en mis años como caminante por este mundo y en mis años como psicóloga, que ya son muchos, es algo más parecido a transitar la noche oscura del alma.
Aquellos que van navegando en esos mares, saben cuánto se aprecian las palabras capaces de ponerle algún sentido a semejante viaje.