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En viaje sin tiempo…

A 2 meses de mi partida, a dos meses de abandonar el puerto seguro, este 5 de febrero me encuentra cumpliendo mis primeros 45 años, en las tierras altas do Brasil.

Una mujer suelta en el mundo, incapaz de cualquier retorno, no solo porque mi zona de confort ha quedado tan lejos que aunque quisiera volver ya no podría, sino porque esa que yo era, se desdibuja cada día. 

Que tengo para contar hoy? que estoy entendiendo que un viaje en solitario, y en plena pandemia mundial más aún, es una experiencia que te desnuda, te desabriga, te desarropa… una experiencia que te despierta rápido y sin sutilezas, que te agolpa las emociones dormidas, y te sacude las mañas, las manías y los prejuicios. 

Debo decir que estoy aprendiendo a viajar, aprendiendo a ser una nómada digital, aprendiendo a cambiar de cuarto y de gente alrededor cada poco tiempo, debo decir que extraño fuerte a mis seres queridos, las cosas cotidianas como el mate y ciertas prácticas absurdas, como no estar pensando dos veces cuánto sale tal o cual cosa, porque hay que convertirlo a la moneda local. 

Debo confesar que no todo es lindo, que ya he vivido experiencias un tanto intensas, y no en el sentido emocionante de la intensidad, muchas de esas anécdotas las contaré en el libro que estoy escribiendo… muchas cosas trae el camino, porque al final 𝘶𝘯 𝘷𝘪𝘢𝘫𝘦, por más soñado y liberador que sea, no deja de ser 𝘭𝘢 𝘷𝘪𝘥𝘢 𝘮𝘪𝘴𝘮𝘢.

En estos 2 meses me he reconocido en formas mías que no sabía que existían, y es que no sabía cómo iba a ser yo estando en territorio extranjero, sola en un lugar en el que nadie me conoce… por eso digo que viajar sola te desnuda, te deja sin ningún espejo en el cual reflejarte, no hay hábitos ni costumbres aprendidas que valgan porque es otro territorio, que te desafía a ser de otra forma… me sorprendo de mi misma, las otras yo que aparecen a veces se alejan tanto de mi que me asustan y me descolocan, me desubican… pero para eso viajo. Si eso no pasara este viaje no tendría sentido. 

En dos meses, recorrí ciudades y pueblos, mar, sierras, rascacielos, autopistas, senderos, selva… según google he recorrido el 14% de la circunferencia de la tierra, aviones, ómnibus, moto, mucho Uber, subtes. Hostales, suites, casas, residencias. Baños privados, baños compartidos, amaneceres en la playa, volver mojada porque la tormenta me encontró por ahí, quemarme la piel, ser víctima de mosquitos caníbales, enamorarme al menos 5 veces, comer cosas que nunca había comido, tener miedos que nunca antes había tenido.  

Muchas veces antes de salir de viaje, bromeaba con mis pacientes, “vamos a tener una sesión con el mar de fondo en una playa”, como en las fotos de Instagram de los nómadas digitales, fotos montadas claro, porque no he podido dar ni una sola sesión en una playa!! o porque estaban llenas de gente, imposible encontrar un lugar tranquilo, o porque donde era tranquilo no había wifi, o porque la arena, el viento o el sol estropean la computadora o el celular, en fin, he dado sesiones en los lugares más impensados, pero no en la playa.

Dos meses de incertidumbres y cambios, dos meses de casi no hablar en mi idioma, de no saber donde voy a estar la semana próxima, ni en que ciudad ni en que país… de hecho iba de camino a Colombia y la pandemia cerró las fronteras, tal que sigo en Brasil un tiempo más.

Todo esta experiencia, todo este aprendizaje lo cuento por una sola cosa… porque creo que es comparable con cualquier proceso de 𝘤𝘢𝘮𝘣𝘪𝘰 𝘥𝘦 𝘷𝘪𝘥𝘢. 

Cualquier proceso de ir de una orilla a la otra en una vida supone esto mismo que hoy vivo. Dejar una costa segura y lanzarse al ancho mar, donde no ves la siguiente costa, donde no sabes cuánto puede llevarte. Donde a veces, ese “lugar” que estás buscando solo existe en tu imaginación, en tus sueños más incomprensibles.  

Por mi profesión, muchas veces he acompañado a mis pacientes en procesos de esta naturaleza, cuando alguien se separa de una relación larga, cuando alguien abandona un trabajo que no le satisface y comienza a abrir un nuevo camino, cuando deciden emprender, cuando se animan a ir por un sueño grande que saben que les cambiará la vida.

Y que una decisión nos cambie la vida supone que deberemos cambiar nosotros, que de algún modo, una parte nuestra deberá morir, a algo habremos de renunciar, y ese proceso duele, porque necesariamente supone una despedida, un desgarro, un desarraigo. 

Aquella persona que se lanza en una búsqueda, de esas que las va a transformar, sabe que su corazón va a aullar de dolor. 

Por eso el sueño vale, por eso el sueño es atrevido, porque nos llama más allá del dolor. Por eso un Gran Sueño, como el Amor, es solo para los Valientes. 

Mi intención no es motivar a nadie a viajar, mucho menos a vivir una vida nómada, mi intención es contagiar las ganas de hacer lo que te dice tu alma, lo que te late en la sangre, mi intención es que escuches tu propio llamado, y te respetes en la simpleza o en la extravagancia de tus deseos más genuinos.

Que te escuches, que atiendan el llamado, que asistas a la cita, que acudas a tu encuentro… porque no hay nada más hermoso que 𝐯𝐢𝐯𝐢𝐫 𝐥𝐚 𝐩𝐫𝐨𝐩𝐢𝐚 𝐯𝐢𝐝𝐚. Nada más digno que decirle 𝐒í a lo que somos, a todo lo que somos, así, imperfectos e inacabados, así, torpes aprendices, pequeños saltamontes, frágiles discípulos de la vida… siempre, siempre en proceso.

Tenía tantas ganas de compartir esta experiencia, que empecé el año ofreciendo un taller gratuito de dos encuentros, justamente centrado en el sentido, en la dirección de una vida, y lo acabé de dar hace unos días, aquí dejo los enlaces para quienes quieran verlos:

Mapa de ruta 2021 – parte I : https://youtu.be/ELf4S2rxiNo

Mapa de Ruta 2021 – Parte II : https://youtu.be/l2u2DV0AkU0

Lor próximos talleres de febrero estarán centrados en este tema también, más info en este link:

https://stellaacosta.com/talleres-actividades/

No tengo la menor idea desde donde escribiré el siguiente post para el blog, y eso es lo que amo de mi vida, esto es lo que más me gusta de ser una mujer que viaja. 

Estoy libre, estoy suelta. Mas mi punto de anclaje sigue fijo, mi meta sigue inmutable, el sentido más hondo de mi ser es el que orienta mi barco, y luego, la brújula maestra de la vida marca el rumbo. 

Desde esta pequeña parcela de mundo solo me nace decirles algo: 

Inicien Su Viaje, ese viaje del héroe que es a la medida de cada uno, inicien su propia expedición, cumplan sus sueños. Escriban ese libro, cambien de ciudad, de trabajo, salgan de esa relación si ya no hay amor, cambien de vida, cambien de rumbo si ya no los motiva… muevanse, que la vida es breve, y no nos espera. 

Encuentren su norte y no se detengan, viajen hacia su propia tierra prometida. 

No, no se queden con las ganas, o las ganas los perseguirán como perros.  

Dejen que la vida los cambie, los desmolde, los desnude y los desarrope… no, no es tan terrible. 

Vale el precio, vale lo que cuesta, vale la pena, porque la gloria es toda nuestra. 

Hasta el próximo encuentro!!

Pta: Muchos me preguntan cómo es viajar en pandemia?, y les digo que mi viaje no es de turismo así que no tiene comparación, no es un paseo tradicional, pero les respondo algo: es áspero, es incierto, con muchas ventajas y desventajas. Yo salí con plena conciencia de estos riesgos, asumiéndolos con toda la integridad y responsabilidad de la que soy capaz.  Cumplo todos los protocolos, mascarilla, hisopados, alcohol en gel siempre siempre, espacios abiertos, distancia social, compré el mejor seguro médico que pude pagar, luego, vivo. Protejo y me protejo igual que si estuviera en mi casa, y debo decir que hasta mejor, me alimento sanamente, hago vida en la naturaleza, siento amor, doy amor, recibo amor, el resto es como dice el dicho “Cuando te toca, ni que te quites, cuando no, ni que te pongas.”

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