“Las Mariposas de Macondo migran,
de modo rítmico y sostenido, entre mis pacientes y yo,
a veces a la que se le ocurre algo inspirador es a mi,
a veces son mis pacientes los que me dejan sin habla,
de ellos emerge sin que lo noten una gota de inspiración suprema, y entonces, todo mi trabajo es mostrarles,
devolverles, lo que de ellos mismos ha venido.
Por eso, entre la escritora y la psicóloga hay un territorio apasionante, un espacio que no existe más que por un instante.
Yo escribo para atestiguar, de algún modo, esa sutileza de ala de mariposa.”